Aunque recorramos el mundo en busca de la belleza,
si no la sentimos dentro,
nunca la encontraremos.
Emerson
PERSEPHONE
Diosa de
los infiernos, del nacimiento y
renacimiento, de las violaciones y el intramundo, representa el
equilibrio, la autorrealización, y la sabiduría creadora. Consorte de Hades,
originalmente conocida con los nombres de Praxidice y Core, que en griego
personifica la doncella, mas cuando se convierte en reina del Tártaro, cambia
su nombre por Perséphone, hija del
soberbio y omnipotente Zeus y Demetria quiénes regían
la naturaleza.
El relato
mitológico de esta diosa es realmente caprichoso: El mundo griego −en honor a
un trígono de divinidades− estaba dividido
en tres partes. Hecate, la luna quien vagaba por el cielo. Demetria se paseaba
por los espacios superiores de la Tierra y Perséphone la empalidecida virgen, quien
originariamente habitaba la superficie y tuvo que mudarse bajo la faz de la
Tierra, al intramundo, convirtiéndose en Reina de los Muertos.
Una vida
placentera la envolvía, toda púber, ya su sexualidad comenzaba a expresarse, hasta
que un día, rodeada de acompañantes, la
adolescente diosa estaba recogiendo flores cuando el carro de Hades apareció.
A veces conocido como Plutón, representa los muertos y es un Dios que sin ser ruin ni malvado, es
intolerante y severo, por eso le aborrecen los habitantes de los cielos
y la Tierra. Enamorado de la joven doncella, la busca en cuatro caballos muy
briosos y se la lleva −enlazada por la cintura− hacia la parte interna de la
Tierra, que de inmediato, se cerró tras su paso. En la subterránea convivencia,
lo que pierde en libertad lo gana en sabiduría y paciencia, sobreponiéndose a
la depresión que le producía la oscuridad.
ILUMINACION A QUIENES LA NECESITAN AL MORIR
En la cultura occidental, la representación de
la luz se hace primordialmente con velas, aunque en la actualidad, se utilizan
preferentemente platitos con aceite y una mecha que se enciende. Es la replica
contemporánea de las lámparas de aceite. Es lo que se le suele colocar a
quienes pasan de plano para contribuir con su búsqueda de luz, pero no siempre
resulta exitoso.
Cuando en poco tiempo se tienen sueños
reiterativos con alguien en estas condiciones, es el momento de “iluminar” su
camino, pues obviamente esta alma se encuentra o bien en perturbación o bien
perdida. En el primer caso ocurre porque el paso ha sido violento e inesperado,
pierden su cuerpo físico y el ser no sabe ni que le sucedió ni donde se
encuentra. En el segundo, porque aún se descubre apegado aquello que deja atrás
en la vida material. A esto se le suman los llantos y suplicas de familiares y
amigos. Entonces es necesario iluminar su camino para que sepa donde dirigirse.
En cualquiera de los casos, es sabio encenderles una luz.
Sin embargo, también se puede actuar de la
siguiente forma: coloque sobre una bandeja dos velas blancas una al lado de la
otra. Entre ellas un vaso de agua con hierbas e invoque en silencio,
telepáticamente a Perséphone. Cuéntele que anhela construir un sendero
de luz sobre el que transitarán las almas extraviadas, y de la misma forma
telepática, dibuje el sendero iluminándolo con su solo deseo. Puede darle la
forma que quiera. Sin duda la diosa, conocedora del intramundo, tomará de la
mano a estos seres extraviados y los colocara sobre la ruta de luz.
Ante el
rapto, Demetria madre de la chiquilla entra en severa depresión guardando
riguroso luto, que solo es quebrado cuando los dioses del olimpo acuerdan
demandar la devolución de la joven arrebatada, aceptando como única condición
que la virgen doncella no hubiese comido nada durante su estadía en la
intratierra.
Temeroso
de perder su presa, el amante introdujo unas semillas de granada en la boca de
la joven deidad forzándola así a pasar parte
del año bajo tierra, mientras que el resto del tiempo lo hacia en la superficie
en compañía de su madre. A este suceso
se alude cuando se la conoce también como la Diosa de los Raptos. A su retorno
parcial al exterior, gana en equilibrio, pues aprende a vivir tanto en la
intratierra como por encima de ella, ya que durante su ausencia de esta, la
Tierra languidecía, pero a la llegada de
primavera y verano mientras permanecía con su madre sobre la Tierra, la
naturaleza la regalaba provocando la floración y adornando las plantas con
exquisitos frutos.
RITO
DE LOS GIRASOLES
Hervir
un vaso de agua y al entrar en ebullición apagarlo y añadirle esencia de girasoles
o pétalos frescos de esa misma flor, colocarle un pañito encima. Dejar enfriar
y colarlo.
Darse un baño después del cual se volcará todo el preparado anterior y dejarlo secar (no
usar toalla). El ritual debe hacerse durante
ocho domingos consecutivos al amanecer, es decir cuando esté saliendo el Sol. Frente
a un espejo y a su izquierda, coloque un jarrón transparente lleno de girasoles, a la derecha ubique dos velas
doradas y siéntese cómoda. Telepáticamente cree un círculo de protección que la
cubra también y encienda las velas e inicie una meditación tradicional. Pida a Persephone que la envuelva en la
energía de su sabiduría creadora para lograr la autorrealización. Imagine, cree
con su mente el ser que desea ser y por el que pide mientras sostiene
armónicamente su respiración. Busque en la profundidad del espejo los defectos
que desea borrar y encuentre las virtudes que desea resaltar. Respire.
Día por día anote sus
sensaciones y los cambios que va observando.
Al octavo día, ya los
girasoles comenzarán a desprenderse de sus pétalos, colóquelos en un incensario
y quémelos mientras pronuncia:
¡El sol y su energía transforman mis faltas y enaltece mis
virtudes hasta lograr mi total realización!