Un
apasionante personaje, el primer emperador chino cuyo verdadero nombre era
Zheng, presumido y ególatra, brutal y despiadado, conquisto los siete reinos
existentes convirtiéndolo en uno solo y entonces paso a llamarse Qin Shi Huang
y junto con su canciller unifican económicamente a China, obligando a una
lengua única, la estandarización de
pesos y medidas y la moneda, pero también
responsable de alguna de las maravillas arquitectónicas del mundo
antiguo.
Creía que la
historia de ese país comenzaba con él. Para ello y pretendiendo que se olvidara
todo lo que la historia citaba anterior a su presencia en palacio, ordeno
destruir quemando todos los documentos que hacían referencia a periodos
anteriores a su reinado, dejando intactos algunos tratados de agricultura que
serían necesarios también ahora.
Su
perversidad no tenía límite, a los doce años de asciende al trono y a los
veintiún ―tras un bien armado golpe en palacio― reunifica todo el poder en sí
mismo. Comienza por ejecutar amante de su madre, la reina y a los dos hijos que
habían tenido con su madre a fin de preservarse en el futuro en el poder.
Su envanecida personalidad creció hasta límites sorprendentes. Al poco
tiempo de asumir el poder, ordeno construir el maravilloso complejo funerario: un
impactante mausoleo cuyas paredes se reforzaron con planchas de cobre, en el
suelo había un río de mercurio sobre el cual flotaba el ataúd de oro donde el
reposaría con su armadura de jade. Y ―según narran antiguos escritos― en el
techo del recinto donde se hallaría el ataúd, las constelaciones del firmamento
fueron representadas en gemas preciosas. Adicionalmente y para que permaneciera
una tímida penumbra, la estancia estaba iluminada por una “lámpara
perpetua", que daría luz eterna y la entrada era custodiada de posibles
profanadores por miles de ballestas controladas por mecanismos especiales.
Temeroso, se rodeo de un ejército poderoso y leal al que pretendió controlar
aun después de muerto, para ello ordenó que una vez terminada la gran muralla y
construido su mausoleo, fuesen muertos y enterrados allí para cuando él
falleciera encontrarlos, pero sus asesores lo desestimularon y en su lugar
ordenó tallar en terracota las imágenes de sus soldados.
Al igual que
muchos de los gobernantes de estos y otros tiempos de la historia, también este
se había cuidado de posibles atentados por lo que usaba dobles y solía dormir
en diferentes lugares. El Emperador Dragón
que había ordenado la construcción de la Gran Muralla, decidió ir en la
búsqueda de las islas de los inmortales y su elixir secreto de la vida eterna, pero fallece durante una visita al oriente de
su imperio, sin embargo, su primero ministro Li Si decidió ocultar este hecho y
ninguno de sus acompañantes fue informado de su muerte. Dramatizo la supuesta
presencia del emperador entrando a simular que ambos deliberaban sobre temas de
estado. Concluida la travesía que duró dos meses, anunció la muerte de su
superior, responsable de alguna de las maravillas jamás construidas por lo
hombres.
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