domingo, 9 de junio de 2013

CONSTRUYENDO LA PAZ


En estos tiempos todos los venezolanos nos hemos vestido trajes de guerra. Guerreros que han vivido una y otra vez sueños y  proyectos olvidando que hemos sido cocreadores absolutos de esta amarga realidad que vivimos. Pretendemos hacer borrón y cuenta nueva sobre la sangrienta mancha que inescrupulosamente dejan los actuales gobernantes en las calles y en los corazones partíos de cada familia, en cuyo núcleo ahora hay un ausente.  Pero también  dejan un ácido sabor a fracaso en aquellos que inocentes o ciegos creyeron en la prédica de un voraz tirano, cuya mayor virtud es la capacidad innata de mentir. Algunos no le creímos desde sus inicios. 

Hoy las vestiduras se conforman de ilusiones rotas, derechos mancillados y el escalofrío de rabia, frustración y sufrimiento. La rebeldía aflora hasta por los poros, pero las acciones, siguen siendo pocas. 

Es necesario poner manos a la obra, para bordar de quimeras y paz nuevas vestiduras, como producto del aprendizaje de los propios fallos, pero aún no los asimilamos. Nuestro hoy sigue siendo gris, sin alimento para el espíritu como no sea la resignación aderezada de una pizca de perturbación por no tener el valor de ejecutar nuestros deseos.  

Hemos sido pasivos por demasiado tiempo… pero se aproxima la gran lucha. 

Pero ella es algo que en nuestro profundo yo sabemos que está en la puerta, lo que no tenemos muy claro es como será el después. 

Deberá ser matizado en diversidad de tonos: perdón, reconciliación y reorden, después del caos. Si nos proponemos, construiremos velozmente la conciliación, pues esto que ahora vivimos nada ha dejado como no sean profundas heridas, pérdidas y desgaste por el tiempo de aguante al que nos hemos visto sometidos.  

Es necesario construir la paz, retomar las herramientas de cada  terreno: el azadón, el ordeño, la tuerca, el ladrillo, la pluma. Apartar los escombros, vencer la desesperanza poniendo una mano en apoyo de otra,  lavar las miserias con las que se nos pretendió embadurnar, y entonces, elevarnos tan solo un escalón más cultivando la totalidad de nuestra voluntad, para descorrer el velo y encontrar la brillante realidad que nos espera.Recuperar inclusive el territorio que se pretende usurparnos. Volverá a ser nuestro.
 
No temamos. Usemos el ímpetu del ego para edificar el futuro. Ganemos este juego, tenemos con que hacerlo: nos hemos fortalecido en  la lucha por lograr la paz que merecemos, sin olvidar que es desde la unión que lo vamos a lograr.

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