Por el año 12 del pasado siglo veinte, el
editorialista Wilfrid M. Voynich, un neoyorquino curioso, comerciante en libros, dio a conocer el hallazgo de un
extraño ejemplar, en la biblioteca de la
fundación jesuita del colegio Mondragone, – en Frascati, Italia. Hoy, en
la biblioteca
de la Beinecke
Library Universidad
de Yale, especializada en libros y manuscritos raros, no transcurre un día sin
que alguien pregunte por aquel documento, ahora conocido como Manuscrito de Voynich.
Doscientas páginas de 0.14 X 21.5cm, un
pergamino escrito en una codificación que ningún criptógrafo o
lingüista del mundo ha logrado
descifrar, pues aunque escrito con una
caligrafía armoniosa y fluida el contenido fue anotado en un lenguaje
totalmente desconocido.
No así su historia.
Durante el reinado de Enrique VIII, el Duque de
Northcumberland, arremete fuertemente contra todo escrito que —en su muy
particular opinión—, tuviese un contenido
que tocara el tema de la brujería y en todo caso, de texto poco transparente.
¡Todos ellos, desaparecen de circulación! Busca arduamente en los lugares donde
estos documentos pudiesen estar ocultos. Durante uno de sus decomisos
encontró, en una pequeño monasterio del condado de Essex, un manuscrito en
papiro, más no era un original, pues decía
el prólogo, que había sido copiado por Roger Bacon.
Para
entonces, John Dee era un buscador. Dedicó su vida a deambular por el mundo y coleccionar escritos raros, jamás divulgó su
procedencia ni de quien los había obtenido,
todos solían ser de papiro muy
antiguo. Siendo muy amigo del Duque, este le regaló un extraño papel del
cual solo pudo descifrar la primera
porción de los escritos y en 1586, pasa el documento al Emperador Rodolfo II.
Róger Bacon,
nacido en 1214, muere a los setenta años, cuando aún ni se soñaba en descubrir América.
Aún así, el prólogo del papiro en cuestión dice: "Ésta es copia fiel del
original que se encuentra guardado bajo las montañas que corren sobre la costa
oeste de un lejano lugar, situado en el extremo sur del planeta".
Habla claramente del aún desconocido continente, ubicando la cordillera
de los Andes y un país al extremo sur de América.
Entre tantos
consultados están William Newbold, el decano de la Universidad de
Pennsylvania para 1919, quien adquiere sonados conocimientos sobre el
escurridizo documento y, cuando decide darlos a conocer, comienza a recibir
escalofriantes amenazas. Fallece llevándose su secreto. Adolph Cyrus Roidingercht, quien desaparece
misteriosamente en 1917, alega poder descifrar el escrito, pues uno de sus antepasados poseía un código
usado por los habitantes protohistóricos de la extremidad sur del planeta.
Descubre la existencia de una civilización de constructores de ciudades
subterráneas, de corta estatura y ojos profundos, capaces de dominaban la fuerza de gravedad y
comunicarse desde debajo de la
Tierra con el resto del planeta.
Entre diversos conocimientos celestes, en el documento
figuran dos lunas y dos soles, información botánica de especies desconocidas,
los planos de una insólita máquina que muestra las turbinas de los modernos
«jets».
Hacia la década de 1970, el profesor Robert
Brumbaugh, de la
Universidad de Yale, observó que algunos símbolos del
manuscrito de Voynich le recordaban los de
otro escrito. Tras profundos y delicados análisis, descubrió una serie
de garabatos que conformaban un diagrama
con veintiséis símbolos, igualando así el número de letras del alfabeto inglés.
Basto para que considerase que estos podrían ser la tan buscada clave.
De algunos
de los párrafos ya descifrados, el insólito «Documento
Voynich», se refiere a un «tercer lóbulo
cerebral», mediante el cual, civilizaciones ya desaparecidas lograron sus extraordinarios conocimientos, pues sabían poner en funcionamiento
ese «sono medular» capaz de facilitar el descubrimiento
de nuestra porción divina.
El «Voynich»
habla así: "Posee el ser humano, una
energía muy especial que se gesta en la parte superior del cerebro y su medida,
es la del «volucio». Esta es la tercera organización cerebral independiente,
cuya sede se encuentra en la columna vertebral. Cada zona intervertebra, tiene
relación particular con el conocimiento asequible al ser humano y actúa a modo
de archivo o depósito. Las zonas intervertebras, están relacionadas
íntimamente, con el «conjunto sonomedular» que tiene, al igual que el volucio,
su centro de actividad en la parte superior de la cabeza".
Muchas manos
han recorrido el documento: en 1666, el doctor Marcus Marci, rector de la Universidad de Praga,
envía el escrito a Kircher, jesuita experto en criptografía y codificación,
pero sin éxito alguno, pues no logró
clarificar el texto. El papiro permanece extraviado hasta que Voynich lo adquiere
y lo traslada a New York.
Así
comienza el largo viaje del misterioso pergamino del cual existen innumerables
copias, hasta que en 1962, el original
llega a Estados Unidos, donde Mr. Kraus,
un alemán que vive en Nueva York, esperó paciente a un posible comprador, capaz de cancelar el
millón de dólares que aspiraba por el
valioso papiro.
Una
característica sorprendente: no tiene tachaduras ni correcciones.
Bibliografía:
Rupert
Fumeaux: The World´s Most Intriguing
Mysteries; Fred Hoyle:The Origin of
Life in the Universe; Nigel
Blundell:Grandes Enigmas; The World´s Last Mysteries; Editors of
Reader´s Digest Inc.: The World´s
Strangest Mysteries; y Peter
Haining: Ancient Mysteries.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario