domingo, 9 de junio de 2013

VOYNICH, manuscrito inexcrutable

 
Por el año 12 del pasado siglo veinte, el editorialista Wilfrid M. Voynich, un neoyorquino curioso, comerciante  en libros, dio a conocer el hallazgo de un extraño ejemplar, en la biblioteca de la  fundación jesuita del colegio Mondragone, – en Frascati, Italia. Hoy, en la  biblioteca de la  Beinecke Library Universidad de Yale, especializada en libros y manuscritos raros, no transcurre un día sin que alguien pregunte por aquel documento, ahora conocido como Manuscrito de Voynich.

Doscientas páginas de 0.14 X 21.5cm, un pergamino escrito en una codificación que ningún criptógrafo  o  lingüista del mundo  ha logrado descifrar,  pues aunque escrito con una caligrafía armoniosa y fluida el contenido fue anotado en un lenguaje totalmente desconocido.

No así su historia.
Durante el reinado de Enrique VIII, el Duque de Northcumberland, arremete fuertemente contra todo escrito que —en su muy particular opinión—, tuviese  un contenido que tocara el tema de la brujería y en todo caso, de texto poco transparente. ¡Todos ellos, desaparecen de circulación! Busca arduamente en los lugares donde estos documentos  pudiesen estar ocultos. Durante uno de sus decomisos encontró, en una pequeño monasterio del condado de Essex, un manuscrito en papiro, más no era un original, pues decía  el prólogo, que había sido copiado por Roger Bacon. 
Para entonces, John Dee era un buscador. Dedicó su vida  a deambular por  el mundo y coleccionar escritos raros, jamás divulgó su procedencia ni de quien los había obtenido,  todos solían ser  de papiro muy antiguo. Siendo muy amigo del Duque, este le regaló un extraño papel del cual  solo pudo descifrar la primera porción de los escritos y en 1586, pasa el documento al Emperador Rodolfo II. 
Róger Bacon, nacido en 1214,   muere  a los setenta años,  cuando aún ni se soñaba en descubrir América. Aún así, el prólogo del papiro en cuestión dice: "Ésta es copia fiel del original que se encuentra guardado bajo las montañas que corren sobre la costa oeste de un lejano lugar, situado en el extremo sur del planeta". Habla claramente del aún desconocido continente, ubicando la cordillera de los Andes  y  un país al extremo sur de América. 
Entre tantos consultados están William Newbold, el decano de la Universidad de Pennsylvania para 1919, quien adquiere sonados conocimientos sobre el escurridizo documento y, cuando decide darlos a conocer, comienza a recibir escalofriantes amenazas. Fallece llevándose su secreto.  Adolph Cyrus Roidingercht, quien desaparece misteriosamente en 1917,  alega  poder descifrar el escrito,  pues uno de sus antepasados poseía un código usado por los habitantes protohistóricos de la extremidad sur del planeta. Descubre la existencia de una civilización de constructores de ciudades subterráneas, de corta estatura y ojos profundos,  capaces de dominaban la fuerza de gravedad y comunicarse desde debajo de la Tierra con el resto del planeta. 
Entre diversos conocimientos celestes, en el documento figuran dos lunas y dos soles, información botánica de especies desconocidas, los planos de una insólita máquina que muestra las turbinas de los modernos «jets». 
Hacia  la década de 1970, el profesor Robert Brumbaugh, de la Universidad de Yale, observó que algunos símbolos del manuscrito de Voynich le recordaban los de  otro escrito. Tras profundos y delicados análisis, descubrió una serie de garabatos que conformaban un  diagrama con veintiséis símbolos, igualando así el número de letras del alfabeto inglés. Basto para que considerase que estos podrían ser la tan buscada clave.
De algunos de los párrafos ya descifrados, el insólito  «Documento Voynich», se refiere a  un «tercer lóbulo cerebral», mediante el cual, civilizaciones ya desaparecidas lograron sus extraordinarios conocimientos, pues sabían poner en funcionamiento ese «sono medular» capaz de   facilitar el  descubrimiento de nuestra porción divina.
El «Voynich» habla así: "Posee el ser humano, una energía muy especial que se gesta en la parte superior del cerebro y su medida, es la del «volucio». Esta es la tercera organización cerebral independiente, cuya sede se encuentra en la columna vertebral. Cada zona intervertebra, tiene relación particular con el conocimiento asequible al ser humano y actúa a modo de archivo o depósito. Las zonas intervertebras, están relacionadas íntimamente, con el «conjunto sonomedular» que tiene, al igual que el volucio, su centro de actividad en la parte superior de la cabeza".
Muchas manos han recorrido el documento: en 1666, el doctor Marcus Marci, rector de la Universidad de Praga, envía el escrito a Kircher, jesuita experto en criptografía y codificación, pero sin éxito alguno, pues  no logró clarificar el texto. El papiro permanece extraviado hasta que Voynich lo adquiere y lo traslada a New York.
Así comienza el largo viaje del misterioso pergamino del cual existen innumerables copias,  hasta que en 1962, el original llega a Estados Unidos, donde Mr.  Kraus, un alemán que vive en Nueva York, esperó paciente a  un posible comprador, capaz de cancelar el millón de dólares  que aspiraba por el valioso papiro.

Una característica sorprendente: no tiene tachaduras ni correcciones.
  

Bibliografía:

Rupert Fumeaux: The World´s Most Intriguing Mysteries; Fred Hoyle:The Origin of Life in the Universe; Nigel Blundell:Grandes Enigmas; The World´s Last Mysteries; Editors of Reader´s Digest Inc.: The World´s Strangest Mysteries; y Peter Haining: Ancient Mysteries.

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