Muchos templos de la
antigüedad se edificaron como para transmitir un mensaje que perdurara en el
tiempo y hubo constructores que se guiaron por las posiciones estelares, lunares o solares.
En una pequeña ciudad francesa, de apenas catorcemil
habitantes entonces, se alzó majestosa la Catedral de Chartres. Esta
localidad llegó a ser un importante centro religioso para los celta. Para su
construcción no faltaron ni expertos constructores, ni mano de obra ni dinero. Sin la menor
duda, uno de esos templos cuya construcción sigue haciendo ruido por su toque
alquímico, sus dimensiones tan colosales y audaces que aportaba una
idea de otro mundo. Algunos autores hablan de la
preexistencia de una gruta o de un altar en el mismo lugar donde ahora está la
catedral.
En ella llegó a funcionar una
escuela, pues los gobernantes de entonces exigían que en todos los templos y
monasterios también funcionasen planteles. Como contraparte y aprovechando su
majestuosidad, durante la segunda guerra mundial, los alemanes utilizaron la
catedral como club social.
Como era costumbre durante la
Edad Media, a los centros religiosos se les trazaban laberintos. Chartres no
fue una excepción. Sobre el piso exterior, fue diseñado un laberinto circular
de trece metros de diámetro, los once
círculos concéntricos y las medidas se deben a complejos simbolismos numerológicos
y filosóficos que, al parecer, se deben a conocimientos esotéricos del oriente. Y aunque le llamemos laberinto,
es imposible perderse en él, pues sus caminerías siempre llevan hacia el
centro. Pero sin duda, recorrerlas lleva al caminante a centrar sus
pensamientos, aunque en aquellos tiempos, los peregrinos la recorrían
arrodillados. Como quiera que se hiciera, recorrerlo permite experimentar
una alteración del estado de la conciencia.
Llama
la atención que en el espectáculo de Corteo, del
Circo del Sol, se representaba el mismo laberinto o dédalo tallado en el suelo
de la catedral de Chartres hace más de siete siglos. Y otra curiosidad es su
relación con la tabla esmeralda, donde está escrita la frase -lo que está
arriba es igual a lo que está abajo- la premisa de una de las leyes de la
armonía anotadas en el Kybalion.
Diríase
que cual es lo raro, que una
representación de la tabla esmeralda es extraordinariamente parecida al
logotipo del Circo del Sol.
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