Los tiempos históricos, todos, han recibido
denominaciones específicas, que nos permitan identificarlos. La Edad del Hierro es una de ellas, precisamente cuando se populariza el uso de ese
metal. Es en esos tiempos
cuando en Escocia en la su período tardío, se hace construcciones en piedra
seca llamadas brochs, y en
abundancia precisamente en los países nórdicos, el archipiélago de las islas Hébridas
en la costa oeste de Escocia y algunos otros lugares.
Suele
decirse que su función era defensiva, pues durante las invasiones vikingas
fueron ocupados por esos ejércitos y en las sagas aparecen mencionados. Sin
embargo otros estudios dicen que, por su altura, podrían no ser aptos para
ello, pero en los brochs conocidos aparecen rasgos que indican que eran
viviendas por haberse encontrado en ellos un estanque de agua y hasta un fogón. El uso que se le diera a estos sorprendentes
elementos, es tan extraño que incluso
El más elevado de todos los conocidos, es
el Broch de Mousa, ubicado en la isla del mismo nombre, en el
archipiélago de Shetland. Con más
de diez metros de altura, si bien internamente es de los más pequeños. Algunas
referencias citan que tenían dos pisos enlazados por una escalera. Para entrar
en él, una puerta en la base permite al visitante investigar que hay dentro del
broch. En ese piso inferior elaborado en madera, hay tres divisiones, que
suelen tener una suerte de
repisas en las
paredes.
Pero no sólo se encuentran en los lugares ya citados, se dice
que la confederación de tribus conocidos como pictos, del lado opuesto del país, diría al
norte y centro, fueron quienes reconstruyeron algunos de ellos. El escritor y
poeta británico Walter Scott los describió como “una fortaleza picta”, pero no fue el único que
hablo sobre ellas. Medio siglo antes ya Geore Low, quien fuera administrador de
la NASA, había elaborado unos dibujos que claramente mostraban el interior de
estas misteriosas construcciones.
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