Hoy, como cada
día, salí a regar mis plantas, quitarles los abrojos, entretenerme hablándoles y
¡pum! apareció un brotecito de flor ya asomando de su escondido capullo,
pero dejando más que visible lo que pronto será. La vieja planta hacía rato
estaba seca, pero de un inadvertido cogollo, brotaba el botón. Una esplendida
flor que con esmeros germinó. ¡Reencarnaba!
Igual ocurre
con el hombre. Fallece, reencarna, fallece y vuelve a encarnar. Proceso
conocido hace milenios pero puesto de lado por algunas religiones.
Lo cierto es, que en los últimos años el mundo
occidental ha acogido el tema ampliamente motivando a la sociedad a impresionarse.
Por igual se interesan los científicos, amas de casa, vendedores de helados, investigadores
en laboratorios universitarios o políticos. Es una especie de revolución de la
conciencia.
Algunos atraídos por este asunto
son más seducidos que otros; disfrutan creyéndose Napoleón o Tutmosis III o
Greta Garbo o Madame Curie, asumiendo poses y frases de quienes hacen
pretender fueron. Actúan con dejos de lo
que dicen haber sido e investigan sus palabras para repetirlas.
Lo cierto es que, únicamente
desde una profunda investigación se puede saber quienes hemos sido en otras
vidas. Generalmente fuimos personas comunes y corrientes, cosa que nos negamos
a aceptar, pues nada que inflame el ego
tanto como creernos y hacer creer que fuimos un personaje importante. Se asumen
sus talentos, sus éxitos, se evaden sus errores y se diseña una vida basado
acomodaticiamente en lo que se quiere hacer parecer.
El hombre puede usar los
atuendos de quien pretende ser la reencarnación, pero si su conciencia actúa en
forma diferente, quedará tan al desnudo como cuando nació, y la conducta del
presente mostrará claramente quien somos.
Sin duda estos dependerán del
deseo, de la intención. De allí proviene la capacidad de hacer transformaciones
en nuestras vidas, asumiendo que todo aquello que innovemos ahora traerá como consecuencia mejoras en
esta y futuras reencarnaciones. Cada
nuevo regreso, toda reencarnación, se traduce en mejoras aunque a veces así no
lo parezca, pues el hombre no es involutivo. A eso se le llama tomar
conciencia, entonces ¿que estamos esperando para hacer los cambios?
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