Con
frecuencia encontraran entre mis artículos referencias relativas a la
existencia de vida fuera del planeta Tierra.
Nada sorprendente, pues ya los libros sagrados hablan de eso. Sólo que
día tras día se van encontrando más y más evidencias, unas públicas otras sostenidas
en cierto sutil secreto, pero todas refieren una realidad ya inocultable.
Revistas
físicas y virtuales, programación en vivo y virtual, aceptaciones y negaciones,
de todo hay. Pero cuando se suman las diversas piezas de tan intrincado
rompecabezas, cuando se transita el laberinto de Creta que implica esta
investigación, se van reconfirmando evidencias que si bien se intentan negar,
sólo quienes no quieren ver, no ven.
Solía decía
el astrofísico Carl Sagan, que cuando se observa la Tierra desde el espacio,
luce como un pequeño punto azul. No existen aun equipos ni tecnología
suficientemente especiales como para obtener imágenes diáfanas del exterior
cósmico.
Estamos
en el año 2017, hace apenas dos que se fundó en la Universidad de Cornell el Cornell’s Institute for Pale Blue Dots, cuyo propósito fundamental es generar un listado de
huellas digitales de la vida que se originen en exoplanetas.
Sin embargo, deseo dejar claro que cualquier evaluación que se haga será
basada únicamente en los sistemas conocidos, es decir, se estimará la vida de
acuerdo a las condiciones que se conocen y manejan en el planeta Tierra. Por
ejemplo, sin agua no es posible la vida. Y muchas veces me he preguntado, todos
los planetas existentes y cuya vida sin duda valoro, necesitan de las mismas
condiciones que lo hacemos nosotros los humanos de este planeta? Mi simple lógica, dice que no.
Estoy
absolutamente segura de que los seres que habitan esos otros espacios, podrían
bien parecerse a nosotros, pero ¿y si no se parecieran…? podría pensarse que la
diferencia morfológica afectaría su inteligencia o evolución? Hubo un tiempo,
hace milenios atrás, cuando muchos de esos seres convivían con los terrícolas
de entonces, se les tomaba por dioses, precisamente por sus altas capacidades y
talentos. Son esos de los que líneas atrás les decía que aparecían relatados en
libros antiguos.
En nuestro planeta vivimos diversas especies, nuestra casa de habitación
común, es la Tierra. Sin embargo, un pez no puede vivir fuera del agua, moriría
a los pocos segundos. Pero si un humano es lanzado a la misma agua que da vida
a un pez, también moriría pues sus condiciones necesarias son absolutamente
diferentes. Una bacteria requiere
diferentes condiciones de vida a la de un elefante. Desde
mi visión, desde una óptica sencilla, lo mismo podría ocurrir con la vida en
planetas diferentes al nuestro.
Cuando
se inicio la vida en la Tierra, éramos como somos ahora? No. El desarrollo evolutivo
tomo eones de tiempo, todo se transformo. Las diversas humanidades se han
configurado de las más desiguales formas. Los animales disminuyeron su tamaño,
con el advenimiento del hombre este también fue haciendo cambios anatómicos. En
esos tiempos de formación planetaria, éramos como somos ahora? Qué hace tan
difícil un razonamiento que pudiera poner en peligro nuestras creencias y
paradigmas?
¿Hay
temor a que seres altamente evolucionados cuyas capacidades desconocemos,
pudiese peligrar este lugar, nuestra humanidad o cultura? Me imagino que sí. Por otro lado, si su voluntad fuese amenazar
el bienestar de esta humanidad y siendo tan evolucionados, ¿ya no lo hubiesen
logrado? No hay que ser demasiado inteligentes como para no reevaluar conceptos
que falsamente se han difundido. Sin embargo, siempre habrá seres espaciales
que sin duda tienen ese propósito, pero no lo han logrado y ya...¡no lo lograrán!
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