lunes, 12 de febrero de 2018

DOCE PUERTAS AL MÁS ALLÁ


De todos los antiguos documentos provenientes del Antiguo Egipto, el Libro de las Puertas que pertenece a Imperio Nuevo, es uno de los más fascinantes. Se trata de un texto sagrado,  una importante guía del más allá que narra la odisea del espíritu del difunto en la Duat, el inframundo egipcio.

En el texto se dice que a lo largo de su viaje al más allá junto con el Dios Sol, el espíritu debe traspasar diferentes puertas para poder alcanzar la anhelada resurrección.  Este viaje transcurre durante las doce horas nocturnas ya que está íntimamente ligado a la trayectoria del Sol durante la noche,  abordando una puerta cada hora por lo que se las conoce como “las Doce Puertas”.  Cada una de ellas está custodiada por diferentes divinidades femeninas que el difunto debe reconocer por sus nombres para poder hacer el tránsito.

Ellas se diferencian entre sí por el color de sus ropajes, pero todas mantienen una misma iconografía, representándolas coronadas con estrellas. Si bien cada una tiene un título diferente, no se las ha podido identificar con ninguna diosa de la mitología, por lo que existe la teoría de que se trata de figuras alegóricas. Éstas representarían el ciclo nocturno, simbolizando la principal estrella que se hace visible a cada hora de la noche.

Según el texto, hay quienes lograrán pasar las puertas sin inconvenientes, mientras que otros serán presos de un lago de fuego, un elemento común en los inframundo de muchas mitologías. De tal manera que se refieren al lugar donde irá cada quien dependiendo de su conducta.

Una de las partes más curiosas e interesantes del Libro de las Puertas es quizás la que hace referencia a las diferentes etnias que los egipcios conocían, a saber, cuatro razas que ellos diferenciaban egipcios, asiáticos, libios y nubios, y que aparecen ilustrados en una procesión entrando en la Duat, como se puede ver en la tumba del faraón Seti I. Cabe mencionar que al igual que los demás libros que tratan acerca del otro mundo, el Libro de las Puertas derivan en el de las imágenes y textos que se grabaron en las cámaras funerarias de diversas tumbas de trabajadores especializados, nobles y faraones.  Los fallecidos son conducidos a la sala de los Juicios por Annubis, el dios con cabeza de Chacal. El Dios comprueba la balanza en la que se compara el peso del corazón que se coloca en un recipiente con el de una pluma,  aludiendo la verdad y el orden.

Ammit -monstruo con cabeza de cocodrilo, patas delanteras de león y traseras de hipopótamo- aguarda para engullir el corazón si resulta culpable, pero lo que los egipcios se protegían de esto poniendo en sus tumbas una Confesión Negativa, una lista de pecados que no habían cometido intentando así salvaguardarse.

A la derecha, Thot, dios de la escritura y el conocimiento anota el resultado. Más a la derecha, Horus, con cabeza de gavilán conduce al fallecido ante Osiris; mientras a un lado sus cuatro hijos permanece encargados de guardar las vísceras del difunto;  Isis y Nefetis se ubican detrás del trono.

LOS DROPA




Baian Kara Ula es una de las regiones más remotas de China cerca del Tíbet.
Se dice que una expedición de científicos encontró un clan de enanos, quienes les relataron que sus ancestros habían venido del sistema de Sirio quedando anclados en nuestro planeta por un fallo en su nave espacial.
Posteriormente en una cueva casi inaccesible otra expedición encontró frágiles y delgados esqueletos de individuos de algo más de un metro de altura con gigantescos cráneos. Tenían a su alrededor un gran número de discos de color gris, con un agujero en el centro y grabados con una serie de jeroglíficos.
Al someterlos a un oscilógrafo creaban una brusca oscilación de ritmo, clara señal de haber sido expuestos a corrientes eléctricas. 

Las paredes de la cueva también tenía grabaciones: cuadros de la Luna, del Sol naciente, estrellas, montañas, la Tierra con líneas que la unen con el cielo.  En ellos se relataba la presencia de vehículos aéreos que llegaron  a la Tierra y sus conductores  se ocultaron en las cuevas por "diez tiempos”.
Este conjunto esta datado en docemil años.
Eran los dropa o Kham  sinónimo de nómada para los tibetanos, son budistas de profundas convicciones religiosas.
Alrededor de este hallazgo se han tejido innumerables historias, desde las falsas hasta las reales. Una de las primeras refiere que un periodista alemán que decía ser corresponsal de la agencia de noticias DINA en Tokio, de la que no  hay rastro y Reinhardt Wegemann, no se sabe si es un seudónimo o su nombre real. Lo cierto es que Wegemann había descubierto el filón que representaba el  interés en el tema extraterrestre para escribir sobre ellos y sacarles partido. En todo caso, la información se publico solo en revistas esotéricas, ¿cómo es posible que no hubiese otras publicaciones si fue emitida por una agencia oficial?
Pero lo que sí es real, es que en el Tibet existen los dropa, son casi analfabetas pero sus conocimientos religiosos han pasado de generación en generación en gran parte a través de sus tradiciones, cánticos y la celebración de la cosecha. Su configuración en nada se parece a los enanos de grandes cabezas, son y han sido indo-arios desde hace siglos.
Muchas pruebas sobre la realidad de la existencia de vida extraterrestre se han alejado del común de los habitantes de este planeta, permitiendo que domine una visión mítica pero apartando una realidad a la que algunos temen y otros aceptan. Los primeros quienes no desean  verse desbancados de su poderío o son adeptos a alguna creencia en modo fanático. Los que aceptan, no tienen necesidad de verse reconocidos ni publicitados, porque hay una realidad, una lógica que impide evadir el tema desde la inteligencia.
Así como los dropas, hay innumerales relatos, algunos se les apunta como leyendas precisamente para evitar el juicio al que sus divulgadores calificarían por la sociedad que no acepta realidades que están a la vista. Es evidente, que no es nuestro caso.

Sus comentarios, preguntas e inquietudes son importantes para mí. No dudes en hacérmela saber.