martes, 17 de mayo de 2016

AUXILIO: ¡masacramos al planeta!

Desde que hace unos cincuenta y tantos  años (1962) cuando John Glenn se convirtió en el primer norteamericano viajando por el espacio, los astronautas, han tenido la oportunidad de convertirse en el testimonio viviente de la hermosura del habitat, que hoy en día, es nuestro.

Hay una innumerable cantidad de fotografías aéreas de este planeta, se caracterizan por su extraordinaria belleza, y son las que nos hacen reflexionar y, por que no decirlo, desear tener la misma oportunidad de ser viajeros espaciales y detectar nuestra personal visión cósmica.

Me he preguntado: ¿cómo sería, encontrarme en una de esas cápsulas volantes y desde allí  asomarme a una escotilla para contemplar la Tierra en su magnífico esplendor?  Quedar boquiabiertos, es tan sólo una vaga expresión de cómo reaccionaria ante la imponéncia de la vista.

Pero así mismo, cómo se ve la belleza de lo que representa nuestra actual casa de habitación, tampoco, desde la escotilla antes citada, podrían ocultarse las innumerables fechorías que el ser humano ha cometido contra el planeta. Me crea  inquietud sobre la mayor frecuencia y la violencia ―cada vez más notoria― de lo que conocemos como desastres naturales.

Se observa por ejemplo,  la contaminación de las aguas residuales que vierten su contenido al mar, la erosión del suelo, con  pérdida de las zonas fértiles, los fuegos causados por restos de las cosechas, convirtiendo así en crueldad lo que antes calificábamos de salvaje belleza. Y todo esto, con nuestras propias manos.
Vivimos en un lugar tan hermoso como frágil, altamente vulnerable a nuestras acciones       : anteponer estas dos perspectivas, debería hacernos temblar.  La ciencia, la tecnología y la falta de conciencia, colocadas en manos irresponsables, masacran el planeta. Hace apenas ochocientos años (800) años, los campesinos vikingos de Groenlandia cultivaban trigo para comer, pocos siglos más tarde, ellos mismos no pudieron escapar a la terrible ola de frío que invadió la región. Retrocediendo aún más atrás, cinco millones de años antes, estas tierras estaban cubiertas de extensos bosques y Groenlandia disfrutaba de una temperatura tropical. Estos episodios podrían volver a suceder: los procesos internos del planeta  se justifican por la acción del sol, el océano o las montañas. Un errado manejo de nuestro ego, nos aleja del recuerdo de la permanente depredación que tan sólo depende  de nosotros, los seres humanos.

A este respecto, una de las investigaciones más impresionantes, proviene del conocido Instituto Max Planck.

De acuerdo con sus vanguardistas declaraciones, no solo nuestras manos son las causantes del grave deterioro planetario, nuestros pensamientos, aunados a la palabra son propulsores de una enorme y destructiva  masa energética, que despedaza cuanto encuentra a su paso. Así mismo, los científicos del citado instituto, argumentan que esa materia tiene tal poder, que contribuye al fraccionamiento de  los glaciares. Sus trozos flotan lejos de la ciudad de cristal, de donde son originarios,  llevándose así el contenido ecológico hacia territorios no aptos para su supervivencia. Se modifican entonces vastas zonas planetarias convirtiéndolas en erosionados espacios, lo mismo ocurre con la estructura de las capas tectónicas, motorizan la virulencia volcánica, por hablar de lo más sencillo.

Es pues, la hora de la reflexión.

La Tierra, se siente atropellada, violada  ―y en su particular lenguaje, expresa su descontento reclamando su espacio. A esto le llaman desastres naturales, que de naturales, no tienen nada.

Su agresor solo tiene dos vías a tomar: o establecer una  conciencia planetaria estimulando transformaciones a todo lo largo y ancho del globo, o se somete a las consecuencias de lo que ha sido  su errónea conducta.


¿Qué tal si comenzamos ya a concientizar la necesidad de cuidar nuestra casa de habitación?

domingo, 15 de mayo de 2016

DE QUIEN SOMOS LA REENCARNACIÓN?


Hoy, como cada día, salí a regar mis plantas, quitarles los abrojos, entretenerme hablándoles y ¡pum! apareció  un brotecito  de flor ya asomando de su escondido capullo, pero dejando más que visible lo que pronto será. La vieja planta hacía rato estaba seca, pero de un inadvertido cogollo, brotaba el botón. Una esplendida flor que con esmeros germinó. ¡Reencarnaba!



Igual ocurre con el hombre. Fallece, reencarna, fallece y vuelve a encarnar. Proceso conocido hace milenios pero puesto de lado por algunas religiones.

Lo cierto es, que en los últimos años el mundo occidental ha acogido el tema ampliamente motivando a la sociedad a impresionarse. Por igual se interesan los científicos, amas de casa, vendedores de helados, investigadores en laboratorios universitarios o políticos. Es una especie de revolución de la conciencia.

Algunos atraídos por este asunto son más seducidos que otros; disfrutan creyéndose Napoleón o Tutmosis III o Greta Garbo o Madame Curie, asumiendo poses y frases de quienes hacen pretender  fueron. Actúan con dejos de lo que dicen haber sido e investigan sus palabras para repetirlas.

Lo cierto es que, únicamente desde una profunda investigación se puede saber quienes hemos sido en otras vidas. Generalmente fuimos personas comunes y corrientes, cosa que nos negamos a aceptar,  pues nada que inflame el ego tanto como creernos y hacer creer que fuimos un personaje importante. Se asumen sus talentos, sus éxitos, se evaden sus errores y se diseña una vida basado acomodaticiamente en lo que se quiere hacer parecer.

La realidad es bien otra.

El hombre puede usar los atuendos de quien pretende ser la reencarnación, pero si su conciencia actúa en forma diferente, quedará tan al desnudo como cuando nació, y la conducta del presente mostrará claramente quien somos. 


Sin duda estos dependerán del deseo, de la intención. De allí proviene la capacidad de hacer transformaciones en nuestras vidas, asumiendo que todo aquello que innovemos  ahora traerá como consecuencia mejoras en esta y futuras reencarnaciones.  Cada nuevo regreso, toda reencarnación, se traduce en mejoras aunque a veces así no lo parezca, pues el hombre no es involutivo. A eso se le llama tomar conciencia, entonces ¿que estamos esperando para hacer los cambios?

HISTORIA DEL OCULTISMO


El Ocultismo es el conocimiento invisible,[ la dedicación al estudio de las ciencias ocultas a través del conjunto de conocimientos y prácticas con las que se pretende saber y dominar los secretos de la Naturaleza y desarrollar los poderes latentes del ser humano.  También se relaciona con ciertas organizaciones u órdenes, sus enseñanzas y prácticas, y a las corrientes literarias y de filosofía espiritual, presentes e históricas, relacionadas con ese tema.

El término ocultismo hace referencia a un grupo de ciencias ocultas que tratan de responder a las cuestiones fundamentales que la ciencia no es capaz de explicar o prever, así como las facultades humanas latentes que no ha logrado potenciar. Sus disciplinas son muy variadas y de diferentes procedencias aunque la mayoría tiene sus raíces en la antigua tradición helénicas.

La historia del ocultismo se esconde en los tiempos de los tiempos. Para estudiar sus orígenes se puede leer a Cornelius Agrippa. Saltando hacia mediados del siglo XIX el ocultismo tuvo un período de gran apogeo en Francia de la mano del cabalista Eliphas Lévi, quien produjo una decena de obras esotéricas de importancia, entre las que se destaca Dogma y Ritual de Alta Magia. Al poco tiempo, Helena Blavatsky y Henry Olcott en 1875  fundan en Nueva York la Sociedad Teosófica para el estudio de los fenómenos inexplicados de la Naturaleza y de las religiones comparadas. Entonces el ocultismo se difundió rápidamente por todo Occidente y reaparecieron escuelas de la Rosacruz, Herméticas y de Magia Ceremonial. Diríase que lo más reciente es lo que el nazismo intento acumular para encubrir los manejos que hacía con fuerzas de la oscuridad.

La alquimia es una de las ramas madres del ocultismo. Los primeros alquímicos aparecieron hace unos dos mil quinientos años en la Antigua Grecia y su objetivo era encontrar la piedra filosofal y la sabiduría eterna.

Hay tres categorías principales del mundo del ocultismo: la adivinación, la magia y el espiritismo. La adivinación es un intento de predecir el futuro y, con él, moldear nuestra vida en consecuencia. Las artes de adivinación incluyen la astrología, el zodíaco, las bolas de cristal, las cartas de tarot, la quiromancia, los médium, la numerología y los horóscopos, etc.

La segunda categoría es la magia, o paganismo. Los que están en la magia intentan controlar el presente mediante ceremonias, sortilegios y hechizos. Las artes mágicas incluyen la hechicería, la magia blanca, la brujería, el satanismo, las misas negras y los hechiceros, etc. Hoy en día algunas supuestas religiones como la santería y el palerismo, y que no son tales sino que se incluyen en la hechicería.

Luego tenemos el espiritismo, antes conocida como nigromancia. Los que están involucrados con esto, intentan comunicarse con los muertos y recibir información o ayuda de ellos. El espiritismo involucra las tablas ouija, sesiones de espiritismo, etc. Sin embargo no se debe confundir este manejo con el Espiritismo Kardeciano, por su respetabilidad y extraordinarias enseñanzas.

ELEMENTALES, HABITANTES INTERDIMENSIONALES

      


"Me ha asombrado saber que hay personas  que nunca han visto un gnomo.
No puedo dejar de sentir pena por ellos.
Estoy  seguro de que deben tener algún defecto en la vista".
Axel Munthe


Aunque estos seres muy poco se dejan ver, ya Anaxágora, el filósofo griego del siglo V aC., en su libro Sobre la Naturaleza, decía que había habitantes inteligentes similares a nosotros,  moradores de mundos paralelos al que conocemos pero con las mismas características: ríos, viviendas, comidas, ciudades completas, etc. Y no solo se citan en este libro, son muchos los textos antiguos donde se menciona de una u otra forma a estos pequeños seres.

La Cábala, habla del geniecillo que vive bajo tierra y ayuda al rey Salomón en  la construcción del Templo de Jerusalén. Pero de una forma más decidida, es el Talmud, “una compilación de comentarios sobre la ley mosaica” en el cual se lee que  tanto animales como plantas están habitados por estas diminutas criaturas. Por 1040-1105 el ilustre comentador de la Biblia y el Talmud, Rabí Shlomo ben Yitzjak mejor conocido por su nombre abreviado Rashi, le dio al conocido gnomo Shamir la forma similar a la culebra.

Okuninushi, uno de las deidades del Shinto japonés, tras muchas peripecias en su vida, describe a un dios que montado sobre la corteza de árbol navega sobre la cresta de una ola y viene en su ayuda. Es un enano llamado Sukuna-bikona, el cual cabe en la palma de su mano, cuyo poder es tal, que entre ambos deciden construir el mundo para bien de la humanidad, dedicándose primordialmente a erradicar las enfermedades.

En la mitología del Sudán, los kurumba hablan de del “genio del agua” y del “genio de la tierra”, semejante a Domfé, nomo de los dogones.

Nativos de las costas de Guinea, y como parte integrante de la cultura yoruba,  aparecen los  duendes güijes.

Las mil y una noches, los cuentos de hadas, Blanca Nieves y los siete enanitos, relatos que nos muestran invisibles seres feéricos, o gente minúscula.

Y así, bajo innumerables nomenclaturas, relatos y anotaciones mitológicas, aparece un contexto que se maneja en dimensiones diferentes a la que fácilmente el hombre puede notar. Realidades de existencias diferentes, pero no menos ciertas, a veces explicadas como espejismos. Inaccesibles por invisibles más jamás irreales: ¡nos acompañan siempre!


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