domingo, 2 de abril de 2017

LOS EVANGELIOS, ¿MITOS O REALIDAD?

Hace unos quince o veinte años, se descubrió en Turquía un documento al que se le atribuye ser el segundo testamento contentiva del Evangelio de Bernabé que por cierto no es el único. Muchos han sido los evangelios encontrados,  Mateo, Marcos, Lucas y Juan y los llamados  evangelios apócrifos, como el Evangelio de Judas, El Protoevangelio de Santiago, también llamado Natividad de María, el Evangelio de Pedro etc.  Cada uno de ellos hace un relato diferente y pareciera que acomodaticio. Estos no son los únicos, pues se cree que había muchos otros evangelios, conocidos como Evangelios del Mar Muerto.

Por cierto sobre estos evangelios apócrifos o ilegítimos hacia finales del siglo II, Ireneo de Lyon escribió que estos fueron escritos para impresionar a los mentecatos e incluso determino que era peligroso no solo leerlos sino poseerlos.
Lo que resulta más que curioso, es que el Vaticano ha mostrado sincero interés en el de Bernabé por lo que ha estado en contacto con la Iglesia Católica de Turquía, pues se argumenta que  en el Concilio de Nicea la Iglesia Católica escogió los Evangelios que formarían parte de la Biblia, suprimiendo algunos, incluyendo el Evangelio de Bernabé. 

Lo que encuentro extraño, es la diversidad de conceptos unos tan diferentes de otros que intentan ocultar la realidad de una historia que ya tiene dos mil años de sucedida. Pero también entiendo que todos los que han sido educados en una específica religión, en este caso la católica, no pueden de buenas a primeras abandonar sus conceptos primarios pues es como si a un caminante sobre una alfombra se la mueven súbitamente.


Quienes como yo creemos en un único Creador, a quien llamo la luz primordial para no ofender a quienes le dan otros nombres aunque es la misma divinidad, un ser benevolente, maravilloso, justo y sabio, nos resulta poco menos que difícil alejarnos de estos conceptos. Primero porque sería la única manera de explicar lo inexplicable y segundo porque es nuestro apoyo para que las pruebas difíciles se resuelvan y las realidades que nos merecemos se acerquen a nosotros.

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