lunes, 8 de octubre de 2018

MORADA DE LOS DIOSES

La época del Precámbrico es la primera etapa de la historia de nuestro planeta Tierra. De esos tiempos procede uno de los extraordinarios espacios de nuestra geografía: los tepuyes, cuyo nombre en lenguaje pemón significa morada de los dioses.
Son formaciones rocosas separadas, aisladas y no como suele ser una cadena montañosa, y tan peculiares que permite que vivan animales y vegetales únicos.
De estas magnificas estructuras, hay varias, todas llenas de una magia sinigual, todas con relatos, leyendas y mitos y jamás pisada por el hombre. Pero el 27 de marzo de 2004 los primeros humanos en poner sus pies sobre el tepuy Aprada fueron un grupo de exploradores expertos liderados por el venezolano Charles Brewer Carías, a quien se premio dándole su nombre a la cueva. También aquí se dio nombre en lengua pemóna y la cueva fue llamada Imawarí Yeutá, señalando en la mitología de la etnia pemón a un protector de la montaña.
Ocurrió en lo que hoy se denomino Cueva del Fantasma. Un inmenso pasadizo hallado en las vertientes del Aprada Tepui al sureste de Venezuela, una de las regiones más escabrosas e inexploradas del planeta. En ella existen fauna y flora ya inexistentes en la Tierra como grillos anfibios y arrecifes de coral anclados en las paredes.
Morada de Los Dioses
Como curiosidad, Arthur Conan Doyle escritor de alto reconocimiento, en su novela El mundo perdido imaginó que ese eran el ambiente de enormes dinosaurios.

Sin embargo, todo lo que los investigadores encontraron no fue suficientemente sorprendente hasta que hallaron una especie mineral, un ser vivo terrestre que sólo se han encontrado en las profundidades de esta cueva y que según afirman los expertos de la NASA tiene origen del espacio exterior.
Está claro que esto transforma y evidencia conceptos no totalmente aclarados en el pasado. Incluso opina el espeleólogo venezolano Freddy Vergara, que aquí podría haber nacido el origen del planeta y en recientes investigaciones de ha definido que partículas vivas insertas en una roca pueden viajar y llegar vivas de un planeta a otro, donde se reproducirían.
Lo que hoy conocemos como Cueva Charles Brewer antes conocida como la Cueva del Fantasma tiene múltiples rarezas, una de ellas es el elevado contenido de cuarcita que la hace número uno del mundo, su gran amplitud que permite que dos helicópteros transiten cómodamente dentro de ella. Pero eso no es todo. Queda claro que en esta región de nuestro planeta están escondidos enormes indicios de la llegada de la vida a la Tierra.

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