viernes, 29 de septiembre de 2017

Qin Shi Huang, el Emperador Dragón.

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Un apasionante personaje, el primer emperador chino cuyo verdadero nombre era Zheng, presumido y ególatra, brutal y despiadado, conquisto los siete reinos existentes convirtiéndolo en uno solo y entonces paso a llamarse Qin Shi Huang y junto con su canciller unifican económicamente a China, obligando a una lengua única,  la estandarización de pesos y medidas y la moneda, pero también  responsable de alguna de las maravillas arquitectónicas del mundo antiguo.

Creía que la historia de ese país comenzaba con él. Para ello y pretendiendo que se olvidara todo lo que la historia citaba anterior a su presencia en palacio, ordeno destruir quemando todos los documentos que hacían referencia a periodos anteriores a su reinado, dejando intactos algunos tratados de agricultura que serían necesarios también ahora.

Su perversidad no tenía límite, a los doce años de asciende al trono y a los veintiún ―tras un bien armado golpe en palacio― reunifica todo el poder en sí mismo. Comienza por ejecutar amante de su madre, la reina y a los dos hijos que habían tenido con su madre a fin de preservarse en el futuro en el poder.

Su envanecida personalidad creció hasta límites sorprendentes. Al poco tiempo de asumir el poder, ordeno construir el maravilloso complejo funerario: un impactante mausoleo cuyas paredes se reforzaron con planchas de cobre, en el suelo había un río de mercurio sobre el cual flotaba el ataúd de oro donde el reposaría con su armadura de jade. Y ―según narran antiguos escritos― en el techo del recinto donde se hallaría el ataúd, las constelaciones del firmamento fueron representadas en gemas preciosas. Adicionalmente y para que permaneciera una tímida penumbra, la estancia estaba iluminada por una “lámpara perpetua", que daría luz eterna y la entrada era custodiada de posibles profanadores por miles de ballestas controladas por mecanismos especiales.

Temeroso, se rodeo de un ejército poderoso y leal al que pretendió controlar aun después de muerto, para ello ordenó que una vez terminada la gran muralla y construido su mausoleo, fuesen muertos y enterrados allí para cuando él falleciera encontrarlos, pero sus asesores lo desestimularon y en su lugar ordenó tallar en terracota las imágenes de sus soldados.
Al igual que muchos de los gobernantes de estos y otros tiempos de la historia, también este se había cuidado de posibles atentados por lo que usaba dobles y solía dormir en diferentes lugares. El Emperador  Dragón que había ordenado la construcción de la Gran Muralla, decidió ir en la búsqueda de las islas de los inmortales y su elixir secreto de la vida eterna,  pero fallece durante una visita al oriente de su imperio, sin embargo, su primero ministro Li Si decidió ocultar este hecho y ninguno de sus acompañantes fue informado de su muerte. Dramatizo la supuesta presencia del emperador entrando a simular que ambos deliberaban sobre temas de estado. Concluida la travesía que duró dos meses, anunció la muerte de su superior, responsable de alguna de las maravillas jamás construidas por lo hombres.



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